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Architectural research stage operating at the intersection of culture, politics and the digital environment.
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Re-apropiación
El pirata es malo. Roba. Esa es la convención social que ha sido potenciada por el estereotipo del villano. El debate de los derechos de autor y de la propiedad intelectual se plantea como un choque entre el bien y el mal. Los malos, una vez más, son esos navegantes desalmados que se apropian de lo que no les pertenece. El problema es que hoy en día ya no hablamos de un puñado de sinvergüenzas, sino de millones de personas que –consciente o inconscientemente- navegan enarbolando la bandera del procomún.
Es revelador que diversos colectivos –incluyendo partidos políticos- se estén re-apropiando la figura del pirata. No hablan de hurto, sino de que hay bienes que pertenecen a todos. Como el aire, la penicilina o los goles de Messi. La polémica, desde luego, no ha sido menor. Por un lado hemos visto florecer enciclopedias, discográficas y proyectos artísticos que son de todos y de nadie, por el otro proyectos de ley que intentan perseguir y criminalizar la posibilidad de compartir los formatos digitales.
Parece que es tiempo de articular, entre todos, una ética pirata. Salir del nudo. Guíar nuestra acción a partir de valores como la cooperación o la empatía. Cultura libre no debe confundirse con cultura gratuita. La idea es encontrar un modelo de negocio justo para los creadores y los usuarios. Licencias como elCreative Commons o la financiación a través del Crowdfunding son un ejemplo de que hay alternativas viables para defender el interés colectivo sin atentar contra el autor. La cuestión es estar dispuestos a imaginar y discutir las opciones.